EDICIÓN NÚMERO 320, ABRIL 2025

No es un misterio para nadie que los valores de los fletes se han mantenido por bastante tiempo en rangos bajos –incluso por debajo de los costos de operación– y ha determinado que el negocio del transporte marítimo ande a los tumbos hace rato.

Por otra parte, en los últimos años se ha implementado una serie de cobros adicionales que no tienen precedente y que afectan a las cargas de importación y exportación. En el caso de las exportaciones marítimas la última novedad es la anunciada en noviembre del 2013, por una de las navieras más relevantes en el mercado local, en que notificaba a los exportadores las nuevas tarifas por concepto de “cobros documentales” que regirán a contar de enero de 2014.

Estos cobros dicen relación con, básicamente, tres conceptos:

  • Correcciones de Conocimientos de Embarque (B/L).
  • Presentación de Matrices fuera de plazo.
  • Entrega de B/Ls a los exportadores.

En cualquier análisis o estudio que se efectúe, incluso remitiéndose al Código de Comercio, estos cobros son difíciles de justificar, sobre todo porque afectan al Conocimiento de Embarque que no es otra cosa que un contrato de transporte entre la naviera y el contratante, dependiendo cuál sea la cláusula de venta y quién haya cerrado el flete. Este contrato de transporte se emite en un formulario cuyo formato es de la misma naviera y que se debe llenar con información que le es suministrada por el exportador. Una vez completado este contrato de transporte, la naviera firma, numera y oficializa este conocimiento de embarque en “su propio formulario”.

En la práctica los tres cobros son fijados en forma unilateral y el exportador paga sin chistar. Conociendo por tantos años el rubro, una buena parte de las empresas desconoce estos cobros cuando negocia los fletes con la naviera o cuando cierra el negocio con su comprador. En la práctica estos gastos no contemplados se transforman en extra costos que no se consideran en los presupuestos ni en la planificación previa del negocio, pero que cada día pesan más y se están transformando en un porcentaje importante del valor del flete marítimo.

Es evidente que los exportadores que mueven grandes volúmenes de carga tienen la fuerza suficiente para eximirse de pagar estos cobros extras, los que pueden alcanzar hasta los US$ 500 por cada B/L emitido. Es decir, estamos hablando de grandes cifras que suman millones de dólares que asumen los exportadores y que la mayoría de las veces no se encuentran contemplados en los cálculos de costos.

Otro factor que le da poca capacidad de maniobra al exportador, es que la mayoría de las exportaciones de cargas generales en Chile son vendidas bajo la cláusula FOB. Esto significa que el flete es contratado por el comprador y el exportador no tiene ninguna capacidad de negociación con la naviera, pues su cliente es el importador en el país de destino. En estas circunstancias, el exportador se ve obligado a pagar estos cobros pues este se percata en forma tardía y ante hechos consumados.

Más que intentar hacer un juicio ante una situación como la que hemos descrito, la única recomendación que se puede hacer a los exportadores es que se informen, revisen, se anticipen y planifiquen todos los costos efectivos a los que se van a ver enfrentados. Pero esto debe hacerse cuando se negocian los negocios con sus clientes foráneos y no ex post de cada embarque. También se sugiere que haga un seguimiento permanente a su proceso de costeo en los sucesivos embarques, ello por las variaciones que puedan surgir en estos u otros cobros.

Es muy posible que las navieras, ante el difícil panorama mundial en que se desenvuelven, busquen alternativas para generar más ingresos. El reparo es que estos cobros muchas veces son desconocidos por el exportador –sobre todo en los más pequeños y medianos– lo que les afecta en el margen final del negocio de exportación.