OPINIÓN

Edmundo Browne V.

En un mundo actual, donde la mayoría de las gestiones se realizan a través de plataformas tecnológicas o en el peor de los casos mediante acceso a páginas Web, es notorio que en el caso de comercio exterior la dependencia de los usuarios ante intermitencias en los sistemas informáticos de servicios públicos y empresas que integran la cadena logística –y con una recurrencia permanente– el proceso operativo de las importaciones y exportaciones se vea entrabado.

Estas caídas en los sistemas generan tropiezos con costos extras exorbitantes para los usuarios, que encarecen sus operaciones de comex. El caso reciente del Instituto de Salud Pública (ISP), en que sufrieron un ciber ataque que dejó sin funcionamiento al portal GICONA, ha sido uno de los inconvenientes más serios y que se prolongó por varias semanas, situación que obligó a implementar medidas de contingencia para no generar un atoche de grandes proporciones. La situación, afortunadamente, fue subsanada en forma relativamente rápida por el ISP y Aduanas, permitiéndose la importación sin contar con el respectivo CDA, lo que después de algunos meses se está regularizando a través de gestiones adicionales y complementarias que no han sido sencillas de ejecutar.

Otro servicio que también presenta intermitencias es la página de la Tesorería General de la República, lo que impide en algunos momentos efectuar pagos de gravámenes aduaneros con los consiguientes retrasos y dificultades que pueden implicar tener que incurrir en gastos portuarios y en el aeropuerto que son cuantiosos. También es habitual interrupción parcial en las plataformas Web en el SEREMI y SAG.

En todo caso, es destacable que en el entorno de los servicios públicos y en lo que se refiere a la continuidad operativa, Aduanas sea una excepción, ya que en general los baches informáticos son pocos y lo más importante es la capacidad y disposición de las mesas de ayuda que son muy receptivas y siempre colaboran prestando el apoyo necesario para salir del impasse. Es justo reconocer a este Servicio, que por lo demás es el pilar del comercio exterior chileno y en donde las transacciones mayoritariamente son electrónicas y a través de interfaces, lo que no ocurre con el resto de los servicios públicos.

Por último, una reflexión: los ataques a las plataformas tecnológicas se siguen multiplicando y hay una verdadera industria de ciber criminalidad que no trepida en jaquear a un amplio espectro de las instituciones y empresas. Los riesgos se han incrementado y la pregunta que surge es ¿estamos preparados con un plan futurista haciendo las inversiones para mejorar la ciberseguridad?

¿Qué nivel de riesgos estamos corriendo a nivel estatal al no contar con presupuesto para hacer las indispensables inversiones en ciberseguridad?

Grandes interrogantes que ojalá se aborden bajo una mirada país, pues es mucho lo que está en juego.

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